Malaje

Con un marcado espíritu multidisciplinar, la producción consigue demostrar que incluso dentro del caos hay orden y, aunque en cada representación el show sea distinto, en ningún momento resulta una simple superposición inconexa de números efectistas. Y es que uno de los mayores logros del montaje es la fluida comunicación que se establece, no sólo entre los que están en escena, sino entre éstos y el público.
Dispuestos a dinamitar las convenciones y, como defendía Gilles Lipovetsky, reformular las reglas que delimitan el juego entre observador y observado, los miembros de Albadulake tienden puentes constantes a los espectadores. Una descarga torrencial de ritmos, acrobacias, energía e imaginación en dosis aleatorias que ofrecen en el escenario de la Jaima